19 de abril de 2010

¡Hey! Yo también quiero un orgasmo

Seamos realistas, para la mujer siempre será más difícil llegar al orgasmo que para un hombre y es que físicamente el órgano sexual de ellos está mucho más expuesto que el de la mujer.


Que si los juegos previos, que la excitación, las ganas... está bien todo eso cuenta, pero cuando una mujer no llega al orgasmo, tiene dos opciones: la primera es convertirse en un muñeca de plástico para su pareja (pero con sonido porque lo que harías es fingir) o la segunda decirle ¡Hey! Yo también quiero un orgasmo.

¿Tienes miedo de hacer esto último? Pues me tomé la libertad de preguntarle a varios hombres qué piensan del asunto y aunque coincidieron que hay que encontrar una manera sutil de hacerlo, prefieren mil veces que se lo digan antes que enterarse después que nunca funcionó.

Impotentes, inseguros, traicionados son algunas de las palabras que usaron para definir cómo se sentirían, además de considerarte a ti una 'mujer falsa' y dejar sembrada la duda que tienes otro que sí consigue lo que ellos no. ¡Sí! ellos pueden relacionar esto con una traición y la verdad es que si tú no le pones ganas, tampoco ayudas a que ellos no se desencanten y consigan una cama con más acción.

Tengamos en cuenta que si las mujeres no trabajamos para conseguir un orgasmo, el problema no está en el hombre, sino en nosotras mismas por tontas. ¿La solución? Creo que encontrar un equilibrio es fácil, basta con no quedarse callada en la cama. El asunto no es ofender al hombre sino guiarlo desde dónde te besen, te acaricien y hasta cómo te traten. Pedirle cosas durante el acto es una manera sutil de conseguir lo que deseas, él pensará que quieres experimentar, accederá fácilmente a tus peticiones y aprenderán juntos qué le gusta a cada uno y cómo incrementar el placer.

Y para aquellas temerosas que se quedan calladas porque piensan que si piden algo sus parejas creerán que tienen mucha más experiencia y son unas p%&, les dejo la frase de uno de mis 'encuestados'.. “Que chu... si la man tiene más experiencia, lo que no fue en tu año no hace daño”. Tengan un feliz orgasmo.

14 de abril de 2010

ALÓ? AMIGO TE NECESITO EN LA CAMA

“Creo que ya estaba volviendo a ser virgen” dijo una amiga luego de contarnos que su cama por fin volvió a entrar en acción luego de varios meses de abstinencia sexual. Pero no es que el novio no quisiera tocarla, ni que ella se hizo monja, su problema fue que la operaron y un gran letrero de 'NO TOCAR' se instaló en sus partes íntimas por varias semanas.


Lo bueno es que ya no tiene espinillas, claro, porque ya pasó su cuarentena y ya puede disfrutar del sexo con su pareja sin preocuparse de abrir algún punto de la operación. En todo caso, el asunto de la abstinencia hizo surgir la pregunta ¿Qué hacen las mujeres que ya tienen una vida sexual activa y de pronto terminan con su novio? Porque mi amiga estaba en abstinencia forzada, pero tenía un novio al cual avalanzarse cuando el doctor le dé un visto bueno.

Entonces ¿qué queda para las que no lo tienen? ¿Sexo de una noche? ¿Jugar con ella misma? ¿Eliminar las tentaciones corriendo o sacándose el aire en el trabajo o el gimnasio? No ,eso no funciona ¿Entonces qué? Pues al formular la interrogante es que nos encontramos con nuestros 'Amigos quita ganas'. Definido como aquel “amigo” del “teléfono rojo”, al que lo puedes llamar a cualquier momento y está dispuesto a ofrecer sexo, sin preguntas y luego seguir siendo tu amigo sin compromiso alguno.

¡Qué maravilla no! Y ojo no es cualquier sexo, es bueno porque sino no lo llamarías. Además es alguien de confianza, conocido y consciente de que hay que protegerse. Se hizo una pequeña encuesta y ¿qué creen? Todas podían señalar en su mente por lo menos un “amigo” que sirve para quitar las ganas.

Cuidado esto no significa que las mujeres llamamos a ese amigo mientras estamos en una relación seria, aunque no pongo las manos al fuego cuando una mujer está enfadada y quiere desquitarse por algo. En todo caso, coincidimos que este querido amigo es alguien del que no estamos enamoradas o viceversa, porque involucrar sentimientos no es el objetivo.

Ahora, quizás por un asunto de la sociedad a la que estamos acostumbrados también caímos en cuenta que los hombres cuando quieren tener sexo podrían ser más propensos a pagar para obtenerlo, mientras que nosotras alzamos el teléfono y tenemos servicio a domicilio. ¿Qué opinan?